Una Madrugas calurosa, vigilaba un edificio antiguo, puerta y Ventanales
 cerradas, ni una brisa para calmar mi cuerpo sudoroso, caminaba hacia 
el baño para mojarme la cara y refrescarme un poco.
Los ruidos de un edificio en ruinas, ya no me asustaba pues ya tenía experiencia con esos sonidos.
En
 una de las rondas caminaba piso por piso con mi linterna, sentí una 
presencia, sin mover la cabeza note que una dama antigua vestida de 
negro se encontraba parada de frente a un gran ventanal, un llanto 
sollozo se escuchaba. Lentamente me fui acercando, sabia que solo yo me 
encontraba es ese edificio, aun así me acerque, muy despacio,  suponía 
que la presencia no notaba que estaba ahí, eso creí, el llanto era 
suave, hasta podía decir que era muy dulce, tal vez por eso me acerque 
porque sentía su pena. Veía como sus hombros se encogían hacia delante, 
sus manos tapaban su rostro, decidí sentarme cerca a esperar que gire 
hacia mí, al cabo de unos minuto, sus hombros erguidos se relajaron, sus
 manos lentamente se acomodaros rectas a su cintura, mi cuerpo se ponía 
alerta, sabia que algo malo iba a pasar entonces me levante, de repente 
alzo su mirada hacia el techo, la sorpresa, me lleve cuando su cabeza no
 se detuvo ahí, sino que siguió alzándose hacia atrás hasta que me miro,
 un horripilante rostro, sus ojos blanco no tenia nada mas que ese 
color, un lado de su boca cortado hacia una oreja, que se podía ver sus 
dientes completos pero gastados y podridos, su boca se abrió de tal 
manera que despedía un olor nauseabundo, comenzó a correrme de espalda, a
 perseguirme, un ruido ensordecedor como un chillido de dientes, estaba 
detrás de mi, corrí hacia las escaleras, la puerta de emergencia se 
cerro ante ella, maldiciones se escuchaban desde el piso de donde la 
encontré, sentía un fuerte dolor en el pecho pequeñas inhalaciones y 
exhalaciones trataban de oxigenarme, desde el piso de arriba sentía los 
golpes a la puerta, no me sentía a salvo, el fuerte dolor en el pecho no
 me dejaba continuar, vi como la puerta se abrió, esa cosa descendía 
lentamente escalón por escalón, como sabiendo que no me iba a escapar, 
cerraba los ojo y los abría con rapidez pero ella no se iba, se detuvo 
en frente mío, yo, sentado en uno de los escalones de espalda a la pared
 con una mano en el pecho, pude decirle con dificultad que solo quería 
ayudarla. Su cabeza al revés me miraba fijamente el fuerte aroma me 
hacia toser, me acorde de mi familia como una despedida, entonces su 
cabeza comenzó a moverse lentamente hacia su lugar, tomo su camino de 
regreso hacia el piso de donde vino, volví a escuchar el mismo llanto 
suave mientras subía muy despacio las escalera, comencé a recuperarme el
 dolor se detuvo y volví a la recepción, desde ese día jamás volví a 
pisar el piso 13 de ese edificio abandonado.