Una Noche, mi señora acompañó a mis niños a pedir golosinas
en Halloween, yo me quede en casa a esperar a los niños disfrazado para darles
el susto de sus vidas, colgué un muñeco en una rama del árbol que daba justo al
portón de mi casa y cada ves que venían yo salía de mi casa por la puerta
principal, hacia como que reconocía a que venia y le decía que aguarden para
buscar sus dulces, y al cerrar la puerta soltaba una soga amarrada y el muñeco
quedaba colgado justo en frente de ellos, los gritos de susto no tardaba en
aparece y como recompensa a los que no salían corriendo les daba los mejores
dulces para los mas valientes. Así trascurrió la noche me divertía asustando,
hasta que llego un grupo de chicos, sus disfraces eran realmente espeluznantes,
eran de tela antigua, sus mascaras de cuero prensada, muy sencilla pero
aterrador, los observe llegar a mi puerta, sin abrir les dije que ya salía, y solté
mi muñeco, nadie , ninguno de ellos se movió, solo escuche truco o susto, me
quede mirándolo en mi ventana, sin hablar ellos se miraron y se separaron
corriendo de una forma extraña, rodeando mi casa, de repente puertas, ventanas
muros empezaron a sonar, rasguños, gritos, alaridos, mis mascotas aullaban, el
miedo comenzó a invadirme, las luces comenzaron a parpadear, tome la bolsa de
dulces y la arroje hacia fuera y todo comenzó a normalizarse, mire hacia
la ventana y los veía partir, al segundo que salieron del portón los perdí de
vista por el gran muro de mi casa, salí para observar quienes eran, pero mi
familiar ya estaba de regreso, les pregunte si vieron a 5 niños disfrazados con
telas y mascaras, ellos me respondieron, No vimos a nadie desde que doblamos la
esquina. Era imposible pues al instante que salieron esos extraños niños mi
familia entraba por el portón.
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