Recuerdo cuando era niño, mi madre me llevaba consigo a su trabajo,
ella trabajaba de limpieza en una casa de familia, era muy cerca de mi casa,
para ser exacto a la vuelta de mi casa, mientras mi madre limpiaba yo me
entretenía con los juguetes que la dueña de la casa me prestaba, siempre estuve
atento a mi entorno, escuchaba conversaciones que de tanto en tanto, se hacían
entre mi madre y la señora, sabia muchas cosas, pero una que siempre recuerdo,
decía la mujer que su marido la maltrataba, que se cansó de pedirle a Dios su
ayuda, que cada vez que rezaba, su marido venia mas ebrio y mas violento.
Un día, llegamos a esa casa, la señora nos hizo pasar y mi querida
viejita comenzó con su trabajo rutinario y yo con mis juegos, notaba a la
señora preocupada, la observaba ir y venir como queriendo contarle algo a mi
madre. Después de un rato, se acerco y comenzó diciendo, cuando nosotros nos
fuimos y después de un tiempo llego su marido, ebrio, violento, y hostil, ella
al verlo llegar se escondió en el closet, de rodilla imploro al cielo, para que
alguien la ayude, después de escuchar ruido que hacia su marido buscándola,
tomo coraje y salió a su encuentro, entre insultos y maldiciones, ella se
acercaba a su encuentro, temerosa, el miedo le recorría cada parte de su
cuerpo, tras de pasar una puerta escuchaba golpes, con cautela se acerco para
espiar cubriéndose en el marco de la puerta que daba al living, y ahí estaba
él, ensangrentado, golpeado, sentado en el suelo apoyado en un rincón de la
pared, sus ojos desorbitado como expresando asombro de lo ocurrido, al otro
extremo de la habitación un anciano, sentado en la punta de la mesa con los
codos apoyados y dedos entrelazados, como esperando a alguien, los ojos de la
mujer se encontraron con los de aquel anciano, noto que estaba desarreglado
como quien fuera un callejero, una persona que vivía de la calle, al verlo ella
comenzó a gritar tratando de sacarlo de su casa, el hombre se levanto de una
salto de donde estaba sentado y se dirigió a la puerta, ella se le abalanzaba
para echarlo hasta que escucho esa voz del mal oliente, antes de irse le dijo,
para que me llamas, para que quieres mi ayuda, si me vas a hechas así como un
delincuente, ese delincuente lo tienes viviendo en tu casa.
Después de irnos caminando a nuestro hogar, curioso por lo que había
escuchado, no pude mas y le pregunte a mi madre, ¿Quién era ese señor que la
señora echo?
Ella me miro, solo como una madre te puede mirar, me dijo ese Señor era
su ángel de la guarda, valiente y protector. Acompañado de no deberías escuchar
la conversaciones de los adulto. En donde respondí, sonrojado de vergüenza,
discúlpame mamá y sonriendo me dijo el pobre angelito estaba muy descuidado
porque ella solo se acuerda de el cuando esta en problemas.
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