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martes, 3 de diciembre de 2019

Unas Noches en la morgue


Era mi nuevo puesto de vigilancia, Ingrese a una clínica guiado por mi nuevo encargado de turno-sígueme te llevo a tu puesto, el anterior guardia no duro ni un día, espero que tu tengas maderas para esto, iras a la morgue, tu trabajo es simple quédate ahí hasta que termine tu turno y una cosa más, tal vez vendrá alguna ambulancia a retirar cadáveres, solo tienes que verle la cara a difunto y compararla con su identificación. mira bien (con una sonrisa en los labios me dijo) que no se lleven ningún muerto equivocado, eso realmente me estremeció y la verdad me dejo un sabor amargo en sus palabras. Me encontré sentado en una recepción en el Subsuelo, detrás, una puerta doble hoja en forma de vaivén que ingresabas a la morgue de la clínica.
Así trascurrió mi turno, pasaron los día y todo parecía normal.
Una Noche, en donde por situación normales no había descansado muy bien en mi casa, estaba en mi puesto de trabajo pero al pasar las hora comencé a batallar contra el sueño, en la vigilia note que algo salió velozmente de la puerta, paso por al lado mío corriendo Hacia el pasillo, me pareció que era una persona muy pequeña, pareciera una niña de unos 4 años de edad. La sensación de terror no tardo en envolverme, al cabo de unos minutos volvió a ingresar fugazmente hacia la morgue con una risa escalofriante. Desde esa noche comenzaron los problemas, note que a la misma hora salía esa niña, era una niña con vestido blanco, con una piel muy blanca, sus ojos ojerosos de pelo oscuro con dos moños en sus cabellos realmente me aterraba verla, pedí que me trasladen de lugar y me amenazaron con despedirme, realmente necesitaba el trabajo por eso no me fui.
Una Noche después de las 2:00 AM de la madrugada, escuche detrás de la puerta que me observaba una sonrisa se escucha muy suavemente, se me erizaba la piel el miedo hacia que mi corazón latiera fuertemente sintiendo que se me escapaba del pecho, aun así no emití sonido alguno, intenté pensar igual bajo toda esa presión, recordé una bolsita de caramelo de miel que tenía en el bolsillo, los saque muy despacio desenvolví la bolsa y me hice de 2 caramelo, una voz tímida salió de mi boca.-quieres un caramelo?- Dije; y la puerta se entre abrió, lo lance hacia dentro y espere, al minuto los dos envoltorios fueron lanzados hacia mí. Esta noche no tuvo más complicaciones.
Al otro día tome servicio con normalidad, espere que se hagan las 00:00 AM para lanzar dos nuevos dulces, al parecer fueron aceptados porque tuve una noche esplendida, y así nació una tregua, ella tenía sus dulces y yo una noche tranquila, hasta que el día que olvide de comprarle los caramelos, esa noche realmente fue intensa, la puerta se entreabría y unos chistidos salían de ella, la puerta se cerraba enérgicamente, pensé estoy en problema, la noche trascurrió con gritos llantos y portazos hasta las 06:00 am.
El día siguiente llegue muy bien preparado, traía, dulces de todo tipo para que esa niña que ya era parte de mi trabajo y puedo confesar que comencé a quererla, sentí que hizo un cambio en mi vida, me sentía alegre cuando recibía esos dulces, hubo inclusos noche que ella me convidaba de sus cositas, como también los días en donde me dormía sentía una caricia y hasta un beso de agradecimiento, sentía su inocencia, sus berrinches si el dulce no le gustaba pero era ella y yo.
Así pasaron los días, de camino al trabajo, pare a comprar sus dulces y unas colitas de pelo. Llegue a la clínica tome servicio y me dispuse a esperar a la hora de siempre, la noche se tiño de negro cuando dos enfermeros entraron a la morgue y salieron con una camilla y una identificación, la niña de la foto era ella, su cara angelical sumergida en un sueño profundo llevando su historia escondida en los profundo de su ser.
Las noches ya no fueron las mismas desde ese día, ya no sentí su risa, ni sus berrinches de niña caprichosa.


jueves, 28 de noviembre de 2019

La Casa embrujada

Érase una vez en una casa abandonada que llamaba la atención de todos los habitantes del vecindario, pues en las noches sobre todo cuando se acercaba la hora pasadas las 12 de la madrugada, se podían detectar sonidos que provenían de esta casa tan misteriosa.
Una noche cuando todo estaba en calma, de la nada se empezaron a escuchar estos sonidos bastantes peculiares. Uno de los habitantes que pasaba por el lugar, se armó de valor y decidió tocar a la puerta de la casa esperando recibir algún tipo de respuesta, al no recibirla decidió hablar en voz más alta
-Hola, ¿hay alguien ahí? –preguntó con curiosidad
Cuando decidió entrar se dio cuenta de que la puerta se encontraba abierta, al entrar en la casa, todo estaba oscuro y se veía a medias, la verdad aunque curioso y hasta el momento valiente, no sabía qué hacer, si avanzar o no pues el miedo lo invadió.
Al querer caminar le era imposible moverse y al querer hablar no podía articular palabra, al darse cuenta de esto entró en un estado de nervios pues se dio cuenta que de necesitar ayuda no podría pedirla.
Cuando estaba a punto de  enloquecer, comenzó a calmarse a sí mismo, y de a poco recuperó el movimiento, cuando se recobró e intentó escapar, se dio cuenta de que estaba encerrado dentro de la casa misteriosa y no tenía escapatoria todas las puertas y ventanas se encontraban cerradas.
Es ahí cuando decidió acercarse a la puerta y comenzar a dar golpes y a gritar mientras pedía auxilio esperando que alguien pudiera ayudarlo o avisarle a la policía, después de unos minutos lo escucharon, estos minutos pasaron muy lentos.
Los vecinos tuvieron que romper la puerta para poder ayudar al curioso hombre quien después de ese día no volvió a pisar más esa casa ni  de cerca y el misterio de los ruidos aún no se sabe de dónde provienen.

jueves, 28 de noviembre de 2013

El Hombre gato



Los bosques eran mi debilidad, como vivía a un kilometro de un Parque muy importante de mi ciudad, cuando el tiempo me alcanzaba, me sentaba al pie de un gran árbol que elegí hace mucho tiempo atrás.
Recuerdo que era verano, el sol brillaba en su plenitud, tome mi libro y me fui unas cuantas horas a disfrutar de la naturaleza como así también de la lectura.  Sentado en ese imponente árbol, pasaban las horas, solo el cantar de la aves y el pasea de estas por los alrededores, después de varias horas el cansancio se hizo presente, me acomode un poco entre las raíces acomode la manta gruesa y me dormí.
Al abrir los ojos descubrí que ya era de noche, los sonidos de grillos y hermosas luciérnagas adornaban la oscuridad. Tome mi mochila guarde la manta, el libro y tome el camino de regreso a mi hogar, la luna me acompañaba, veía  los llanos con claridad blanquecina era maravilloso, mientras caminaba sentí tener la sensación de a ve vivido algo similar y fue así que me di cuenta, el sueño que tuve. Por el camino que había tomado y enseguida pensé que los sonidos deberían de cortarse convirtiéndose en un silencio absoluto, y así fue, los grillo se callaron, las luciérnagas se escondieron, el sueño también decía que algo me observaba, y también sentí esa sensación. Apure el paso, las luces de la avenida que separaba el parque y el pueblo estaba aun muy lejos de mi, tome por una zona donde se encontraba un conjunto de arboles juntos, la luz de la luna no atravesaba la espesas ramas que se entrelazaban unas con otras, de un salto me trepe a unos de esos arboles, me quede en silencio ni un musculo se movía, escuche el quiebre de hojas que hacen unas pisadas, y se detuvo debajo de mi, mi suerte era mucha, porque la oscuridad era muy espesa en ese lugar algo observo hacia arriba pero no pudo verme, la sangre se helo por un segundo, pues era un hombre, tal vez un linyera, los ojos le brillaban pero aun no entiendo porque pues en ese lugar como comente anteriormente no había ni un rayo de luna, el brillo de sus ojos era amarillento, como si a un animal encandilaras con una linterna en plena noche, Sostenía en su mano un objeto que no alcance a distinguir bien, pero de un salto se irguió al ponerse en cuatro patas, un sonido de angustia se escuchaba de él, igual a mi sueño, se producía un tipo de metamorfosis en ese hombre parecía un tipo de animal asqueroso, lanzaba un especie de liquido de su cuerpo, un aroma nauseabundo producía esa cosa, hasta que al fin se fue, tomo el camino hacia la avenida, me quede inmóvil no podía creer lo que vi, muchas historias de chamanes surgían en el folklore de mi ciudad, siempre creí que nada de eso era cierto, al cabo de una hora tome fuerza y valentía para bajar de allí, salte hacia las hojas secas, y alertado por su presencia y con mucha cautela retome el regreso a casa, en el sueño esa cosa me atrapa y desgarraba mi cuerpo con garras exuberante.
Saliendo de la oscuridad volví a sentir esa mirada, sentía que me acechaban, las hojas y ramas secar se escuchaban partirse lentamente cerca de mi, calcule la distancia que me faltaría llegar hacia esa maldita avenida, no era mucho y de un impulso corrí como diablos, lance mi mochila y aligeré peso detrás sentía que me perseguía, un fuerte dolor sentí en mi espalda que me quedaría de por vida, pero escape, la luz de la avenida ya la sentía caí de un  lado de la ruta, alguien paro y me llevo al hospital, sentía mucho dolor en la espalda, pero me sentía tranquilo, lejos de ahí, una enfermera me pregunto como te hiciste ese terrible rasguñón, lo siento pero te quedara cicatriz.
Y ahí sigue estando cuatro líneas en la espalda, que jamás se irán de mi.