viernes, 15 de junio de 2012

El Camino

Como todos los día, Nicolás se levanto a la mañana después de su rutina se dirigió a su trabajo, arrancó su motocicleta y tomo el camino más largo para disfrutar de los verdes paisajes que se asomaban en la ruta, siempre que el tiempo lo favorecía pasaba por aquel busque que lo llenaba de vida.  Un camino de tierra se adentraba en esa naturaleza, Nicolás se preguntaba hacia donde llevaría ese camino. Por olvido o falta de tiempo nunca sacio su necesidad de aventura.
En la mensajería, lugar de su trabajo, el jefe le dio una encomienda para entregar. Para su sorpresa el destinatario se encontraba detrás del bosque que el tanto admiraba. Teniendo diferentes caminos para hacer la entrega, decidió entrar a la aventura y pasar por esa calle que tantas dudas le impuso.
Salió con su moto como un rayo, en pocos minutos estaba enfrente de esa calle, la intriga le ordenaba ingresar pero la desconfianza mantenía su mano fuera del acelerador, como la característica más fuerte de Nicolás era ser impulsivo, se dijo: ¡es solo una calle que no lleva a ningún lado hare unas distancias y si no encuentro salida me vuelvo y Ya! hundió la muñeca en el acelerador y marcho por el incognito camino. Todo normal de momento se decía disfrutando el viento y los arboles arqueados en forma de cuevas, la luz de a poco disminuía
En un momento, le pareció que unos de los arboles se sacudió con rudeza, al voltear una raíz que sobresalía en el medio del camino hizo trabar la rueda de adelante y salió despedido de la moto para dar un fuerte golpe en la cabeza contra un árbol, segundos antes de desvanecerse vio como los arboles cercanos doblaban su tronco para observarlo de cerca, los más alejado, se trasladaban sobre sus raíces deslizándose como tentáculos en los pulpos, después todo se le torno oscuro por un varias horas.
Al despertar, confundido por el golpe, miro hacia ambos lados y solo encontró llanura, el fuerte dolor persistía y volvió a desmayarse.
Una voz en el aire lo llamaba por su nombre, “Nicolás despierta tienes que comer para recuperarte” decía. Al despertar vio que estaba oscureciendo, se encontró rodeado se frutas en grandes cantidades y diversos colores. Dominado con un hambre voraz, se deleito con cada fruta que saboreaba, al terminar todavía se sentía débil y decidió reposar para descansar y recuperar fuerzas.
La luz del sol lo despertó, el hambre le retorcía las entrañas, al despertar mas y mas frutas, con desesperación se alimentaba como un animal hambriento. Cuando cesó el hambre sintió un dolor agudo en los antebrazos y en la parte interna de las rodillas, satisfecho de tanta comida no quería moverse, se dio unos rascones y con desesperación vio manchas de sangre en sus manos, al mirar noto que las raíces como agujas se cavaban en su venas, su cuerpo enflaquecido no le permitía correr se arrastro hacia la moto inútilmente, de pronto sintió que algo se enroscó en sus piernas y la voz dulce resonó en forma demoniaca ¡tú no te irás!
Y lo elevo a lo más alto, entre cuervos y buitres descubrió cientos de cadáveres hacia abajo, delgados, putrefactos, consumidos hasta la última gota de sangre.

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