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lunes, 6 de agosto de 2012

Lo inesperado


La tristeza me abrazo fuertemente, saber que ella jamás volverá a mi lado, los años trascurrieron rápidamente, y el despertar en soledad me dejo un vacio en el corazón, Felizmente viví con ella una vida de amor intenso, los días dibujaban un cuento de felicidad, la vida nos sonreía a cada paso sin disimulo, la gente parecía generosa y discretamente me sentía envidiado por ellos. Los atardeceres eran hermosos, el sol brilla mas dulcemente cuando uno está enamorado.
Pero aquí  estoy yo, solo, perdido en un vacio en el alma viviendo en los recuerdo que ella me dejo, te veo rodeada de flores, sumisa en un sueño profundo del que jamás podre despertarte, aun siento mi corazón danzar de alegría pues estoy a tu lado pero no se cuanto se engañara el mismo al saber que esta es una despedida.
El vestido que llevas fue el que sello nuestro pacto de amor, arrepentido, en silencio te pido a gritos que despiertes, solo te dejaré esta lagrima que cae a tus pies.
¡Maldita vida! Porque fuiste tan cruel.
Observándote recuerdo el día en que nos conocimos, tu lucias especial esa noche, mi mirada no  perdía detalle antes esa belleza que presumías, la luna adornaba con su luz el brillo de tus cabello, mi corazón deslumbrado me obligo a acercarme, vergonzoso intente hablarte, con una sonrisa te fijaste en mi, una palabra llevo a la otra y nos encontramos bajo aquel árbol en ese día nos prometimos un amor infinito.
Después de muchos años ese mismo árbol fue testigo de un vida juntos, cuando la sortija se alojo en tu dedo.
Mi casa se volvió un hogar para nosotros y mi trabajo nos daba lo justo para seguir siempre unidos.
Pero ese día llego, te encontré dormida, llegue de mi trabajo muy temprano para preparar tu cena, ensaye un camino de rosas desde nuestra habitación a comedor, al terminar descubri debajo del mantel esa carta, maldito pedazo de papel que me llevaría a la locura, simples línea que marcarían mi felicidad,- SORPRESA QUE SE LLEVARA TU MARIDO, NO LE DIGAS NADA,  VALLA SORPRESA QUE SE LLEVARA SI SE ENTERA DE LO NUESTRO. Sentí como mi mundo caía por un abismo sin retorno, la ira me consumía y el odio me obligo a verte, tome una almohada y consumí tu vida como tú lo has hecho con la mía, ¿Porque mi amor?, ¿por qué?
Si en mis ojos reflejaban el alba cuando tú me despertabas, ¿porque me traicionaste?

Ahora estas ahí, en la oscuridad de un aljibe, hundida en el final que tu elegiste al haberme engañado.
De pronto sonó el timbre, imagine a ese traidor detrás de mi puerta, justo a tiempo, me acerque lentamente y pude observar que era él, inocentemente pregunte quien es, y él me respondió: soy Manuel, compadre.
Maldito pensé, espérame un momento le dije, tome el cuchillo más grande, destrabé el cerrojo y corrí al sofá para esperarlo, entra le grite.
Manuel abrió la puerta despacio y seriamente me dijo amigo, ¡tenemos que hablar contigo de algo muy importante y tienes que saberlo por mí!
Dime, te escucho le respondí.
Manuel, sacando un papel de su bolsillo me dijo: se que está mal pero tu esposa y yo salíamos a tu espalda para…
Y de un movimiento sentí como el acero se deslizaba en su pecho, maldito  le grite con furia, te maldigo por siempre, mientras su cuerpo caía lentamente sobre el mío.

Me aseguré que ese gusano este bien muerto,  tome el sobre, entendí que era una ecografía, descubrí horrorizado que ella estaba embarazada de mi y que hoy sería una gran fiesta sorpresa que ella organizo para decirme, aturdido por la conmoción, envolví el cuerpo en una sabana, mi mente en blanco, no creí en lo que había hecho solo reaccioné y lo lleve al mismo lugar en donde se encontraba ella.

Sentado en el suelo pensando en el error que cometí, intente quitarme la vida pero la cobardía me detuvo, tome un baño, y me vestí para esperar a la gente que venía a mi fiesta.
La noche se acercaba rápidamente, en mi cabeza resonaba la voz de Clara, “te amo” esa voz se confundía en los rincones de la sala, ¿Por qué me mataste?, La voz de Manuel me susurraba en el oído: Maldito idiota decía una y otra vez. Vagando en un abismo que me llevaba a la locura las voces se escuchaban más y mas fuerte, aun tratando de cubrirme, las voces me atormentaban, de repente, el silencio absoluto gobernó en toda la casa y al darme cuenta me encontraba en posición fetal cubriéndome los. El timbre sonó y los invitados llegaban uno a uno, al verme, asombrados ingresaban a mi casa con alguna escusa de a ver venido, todos preguntaban lo mismo: ¿y Clara?, Le respondí que en una nota me decía que enseguida volvía.
Al parecer los invitados estaban todos, gente que compartía nuestra vida.
Sin poder decir o inventar mas escusas corrí a la cocina, tomando de aquel licor fuerte trate de calmarme pero mis esfuerzos eran en vano, sonidos comenzaron a emerger desde la ventana, me acerque y observé que en aquel lugar se descubría ese agujero oscuro donde se encontraban ellos, inmóvil, inerte en un miedo profundo note unos brazos asomarse por la ventana, algo tratando de agarrarme con un movimiento rápido quede enfrente a una distancia razonable. Si, era ella, arrastrándose con sus manos, subiendo lentamente por el marco, clavó su mirada en mí, ella avanzaba, hipnotizado al ver su piel tan blanca, sus labios morados, invadida de un odio profundo escuchaba sus gruñido mostrando sus diente como salvaje a su presa, aun veía agua salir de su boca, acercándose sigilosamente hacia mí. Lance un alarido de terror y en un segundo los invitados vinieron a socorrerme, me volví hacia ellos sin poder hablarles solo señale, pero ella ya no estaba.
Preocupado me pidieron que me calmara alguien me acerco una silla y trate de relajarme me dije. ¡Nadie sabrá lo ocurrido!, tranquilo, daré una excusa y se largarán, solo tengo que pensar. En ese momento sonó el timbre y se escucho ¡AHÍ VIENE CLARA Y MANUEL! ¡PERO QUE EXTRAÑO! NO LLUEVE PERO ESTAN EMPAPADOS.
Seguidamente se escucharon gritos y el desconcierto domino el lugar, sabía que venían por mí, tome el cuchillo que estaba a mi alcance y grité ¡perdóname mi amor!  Acomode el filo a la altura de mi pecho y me arrojé violentamente al suelo sobre él, hundiéndomelo en el corazón.